La elaboración de la tarta fue un simple bizcocho genovés mojado con almíbar y relleno de crema pastelera. En un día estaba todo hecho. Que locura!! Hoy en día con lo que sabemos sería impensable tener hecha una tarta de este tipo en un solo día.
La decoración de la tarta estaba muy clara desde el principio así que nos pusimos manos a la obra. Mientras uno cubría la tarta, el otro se encargaba del lazo. Y aquí empezaron los problemas. "Esto se rompe" "Esto se agrieta" "Esto se dobla" "Esto..." Esto tenia mucho mas trabajo y había que saber mas de lo que nosotros creíamos.
Con mucha paciencia y mucho ingenio conseguimos apañarnos para terminar la tarta y este fue el resultado.
A simple vista no está nada mal, y quedo bastante bonita, pero cualquiera que entienda un poco de estas tartas puede ver las imperfecciones en los laterales así como el grosor del lazo. ¡¡Pero quedó chula!!
Muy orgullosos de nuestra tarta, vimos como poco a poco la tarta empezaba a ponerse un poco "fea". Si si, misteriosamente el fondant se deshacía por arte de magia y empezaba a agrietarse por los lados. ¿Que está pasando? Lo que pasaba es que nos habíamos encontrado de frente con el peor enemigo del Fondant. El agua. Por culpa del exceso de almíbar del bizcocho y del abundante agua que usábamos para pegar la decoración, hizo que la tarta pareciese de mantequilla y se estuviera derritiendo con el calor. Así que ya sabéis: Ojito con el agua!!
Esperamos que os haya gustado.